27-11-2017
 

El negro de la gente



 



Roberto Fontanarrosa no fue el único escritor que narró sobre fútbol, pero sí el que a través de su enorme talento, llegó de la mejor manera al corazón de los hinchas. Fanático de Rosario Central, nacido el 26 de noviembre de 1944, fue querido y respetado, porque Fontanarrosa, con su humor y su maestría, supo hacer reír a todos por igual sin distinción de camiseta.

Desde su Rosario natal, lugar del mundo donde no queda otra que ser de Newell’s o de Central, “El Negro” como lo llamaron desde siempre, eligió ser Canalla y a lo largo de su vasta trayectoria como humorista, dibujante y escritor dio vida a personajes como “Boogie El Aceitoso” o “Inodoro Pereyra”; supo colaborar con el grupo “Les Luthiers” y derrapó talento en publicaciones como Hortensia, Satiricón o el diario Clarín. Sus cuentos “19 de diciembre de 1971”, “El 8 era Moacyr”, “El pichón de Cristo”, “Viejo con árbol” o “La observación de los pájaros”, son clásicos de la literatura futbolera y como si no le bastase con lucirse con los cuentos, también lo hizo con una novela a la que tituló “El área 18”, una de la pocas con temática con la pelota como excusa para contar una historia.

Pero como no sólo de fútbol vive el hombre también dio vida a guiones de películas como “Cuestión de principios”, llevada al cine por Rodrigo Grande con actuación de Federico Luppi y Norma Aleandro o “Martín Fierro”, un film de animación sobre la obra de José Hernández, además de haber narrado como nadie historias en las que, desde una mesa de café, se entremezclan la amistad, los deseos, las anécdotas disparatadas y la vida cotidiana. Muchos de esos textos geniales quedaron plasmados en el año 2007 en el ciclo denominado “Los cuentos de Fontanarrosa”, que se emitió por canal 7 y en el que participaron, entre otros, Coco Sily, Daniel Aráoz, Tina Serrano, Héctor Bidonde, Ulises Dumont y Luis Brandoni.

A esa altura “El Negro” ya formaba parte de la cultura popular. Pero hacía tiempo que una traicionera enfermedad lo tenía a mal traer y el 19 de julio del 2007, una silla en “El Cairo”, su bar de siempre y una butaca en el “Gigante de Arroyito”, su segunda casa, quedaban vacías. El día que partió de este mundo, al igual que al simpático perrito Mendieta, a sus seguidores se les escapó una lágrima y expresaron compungidos ¡Qué lo parió! Porque “El Negro” se había ganado por derecho propio el cariño de la gente, uno de los premios más esquivos para cualquier escritor.

Es cierto que Roberto Fontanarrosa no fue el único que escribió literatura futbolera, pero también es cierto que fue el más grande de todos. Y eso en un país que respira y se nutre de fútbol, no es poco decir.

 

 

 




Autor: Rodrigo Gaite
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