22-11-2017
 

Argentina se hermana ante la adversidad



 



Sin dudas la pérdida del submarino de pabellón nacional (ARAS SAN JUAN) en aguas de nuestro mar, ha movilizado a la sociedad toda. Argentina está acostumbrada a estrechar lazos entre sus ciudadanos en momentos de crisis, catástrofes, fatalidades o infortunios. Aquí se deja de lado cualquier diferencia. En estos días, la famosa grieta que nos ha dividido en los últimos años, pareciera que se ha suspendido en el aire que respiramos. Cuando hay esperanzas todo se supera. Las crisis nos ayudan a reconocer nuestros vínculos y olvidar nuestras diferencias.

Desde que circuló la noticia de la falta de contacto con la embarcación perdida, el pueblo argentino se unió. La oración fue la mejor herramienta escogida por los familiares de los 44 tripulantes y el puntal de su esperanza para reencontrarse con estos navegantes extraviados en el mar. También lo fue por casi todo el pueblo. Allí se hizo presente la Iglesia, conteniendo en el espíritu a sus fieles cristianos. El Obispo de Mar del Plata acompaña a los familiares; también el Obispo Castrense (quién es competente espiritualmente para atender pastoralmente al grupo peculiar de fieles que forman las fuerzas armadas). El mismo Papa se ha solidarizado con la situación directamente. En estos momentos difíciles, las personas recurren a su Dios, se amparan y refugian en su fe para obtener las fortalezas necesarias para atravesar estas dificultades que se presentan en la vida. Con intensidad también han suplicado a la patrona del mar, Stella Maris para que cubra con su manto a estas personas expuestas a las inclemencias de la naturaleza y las guíe sanas y salvas a tierra firme.

Es maravilloso ver también la solidaridad internacional. Quienes décadas pasadas fueron nuestros enemigos, hoy están a nuestro lado, sumando sus fuerzas y poniendo a disposición lo necesario para sobrellevar esta situación. Es motivo más que suficiente para celebrarlo. Hemos aprendido a no pelear con el mundo porque vivimos en él; es mejor construir puentes que muros.

Estas circunstancias extremas nos invitan a replantear nuestra esencia como personas que vivimos en una misma Nación y en idéntico mundo. Nos conducen a evitar perder el tiempo en lastimar a un hermano con agresiones por lo que piensa, nos estimula a respetar al otro y no a destruirlo. Ya esto nos ha pasado. La historia debe enseñarnos que no puede volver a suceder. Debemos aprender que la adversidad nos une y no nos separa. Que las plegarias que los argentinos han elevado según sus creencias y su fe, den el fruto que todos deseamos por estas 44 almas perdidas en el mar.

Alejandro A. López Romano

 

 

 




Autor: Redaccion de TodosUnoTV
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