05-10-2016
 

Señores Jueces Nunca Más



 



La Argentina comienza a despertarse ante los constantes hechos de inseguridad.
Como si fuera una broma del destino estas palabras del fiscal Strassera en el juicio a los comandantes de la Junta Militar hoy están más latentes en la piel de una sociedad que comienza a despertase nuevamente.

Una sociedad adormecida que no se inmutó ante hechos de corrupción cometidos por décadas y bajo todos los gobiernos. Hechos de corrupción que son de público conocimiento pero que reflejan los hechos de corrupción que la misma sociedad en su conjunto permite. Todo lo que se ve arriba también se refleja abajo. En síntesis en estos años de democracia los gobernantes se han sucedido y no han generado por y hacia la sociedad un estado bienestar, el cual iluso sería pensar que debió ser pleno, sin embargo ni siquiera dio respuestas básicas. Esto teniendo en cuenta que la pobreza abarca alrededor del 30 % de los habitantes de este país, a lo que se suma el deterioro en la salud pública y la educación.

Triste conclusión es que la sociedad política se ha dedicado a pelear y/o batallar por alcanzar el poder pero no se ha dedicado a realizar cambios estructurales para estar al menos en el camino para alcanzar un estado de bienestar en la población. No podemos decir ni siquiera que somos pobres pero dignos como sucede en algún país americano, y esto mal que les pese a muchos Cuba presenta un nivel de pobreza y atraso para algunos pero la educación y sus bajos índices de analfabetismo lo hacen ser rico en otros órdenes.

Toda esta breve reflexión previa es útil para decir que es la sociedad en su conjunto la que permite y permitió que la misma sociedad se deteriore, Y esto ya sea por su complacencia, por desidia, por desinterés o por conveniencia. Hoy es la misma sociedad la que tiene en sus manos el despertase y reaccionar ante los hechos que la perjudican. Podrá considerarse en forma tardía pero siempre es inclaudicable cuando determina un cambio de rumbo.

En este trajinar de la democracia no caló en la sociedad la frase de Martín Luther King que dice: “No me preocupa ni el grito de los violentos, de los deshonestos, de los corruptos, de los sin éticas, lo que más preocupa es el silencio de los más buenos” porque en el fondo la misma sociedad no ha sentido un apego a la Justicia. Hablo de Justicia como valor y no Justicia como expresión de derechos que sustenta cada ley. La defensa de lo justo es el comienzo del apego a la Ley y es solo desde allí que se construye un país para que alguna vez sea una Nación, ya que la Nación es la que nos alberga a todos.

Una cosa es el derecho y otra cosa es la Justicia, Hoy vivimos en parte la dictadura de los derechos (le pido permiso al lector para utilizar esta expresión) ya que quiero expresar que hablar de la aplicación de derechos que traen consecuencias negativas para una sociedad da lugar a una sociedad en la que la Justicia como valor no existe.

Así la sociedad tanto civil como política permeable a actos y hechos de corrupción cotidianos van talando poco a poco a la misma sociedad que se queda sin el anticuerpo más potente que puede tener una Nación que es la aplicación de derechos que salvaguarden a la mayoría de la sociedad y no a aquellos que la mancillan con delitos.
Algo huele mal en la aplicación de los derechos, en el Poder Judicial y en los que deben prevenir la comisión de delitos.

Una primera respuesta la encontramos en que la sociedad no se considera afectada por la comisión de un delito o un hecho delictivo, tampoco se siente afectado como damnificado el Estado. Prueba de ello lo hemos visto en múltiples series americanas cuando escuchamos por ejemplo dicen: “El Estado contra….”. Esto no lo escucharemos en ningún tribunal del país pues se enuncia a la víctima o al que cometió el delito. Pequeña muestra es esto que el Estado no considera en su génesis que la comisión de un delito afecta y daña al conjunto de la sociedad provocando un desorden social. El excesivo reconocimiento de derechos sin obligación ni sanción terminan por provocar ese desorden social.

Una segunda respuesta es el temor a la aplicación de la sanción a los que cometen delitos y más aún creer que quien comete un delito es un damnificado de un Estado que lo ha abandonado o una sociedad que lo invita a delinquir por ausencia de oportunidades de trabajo por ejemplo.
Hay intelectuales del derecho, de la filosofía que sumidos en ideologías de todo tipo han creado la percepción que todos los habitantes de un país son los responsables de cuantiosas carreras delictivas.

En el mundo de hoy no debe dejarse de lado la acción del narcotráfico, los actos de corrupción de las empresas y corporaciones, los malos políticos, sin embargo pensar a que esto ocurre sin que la sociedad se dé cuenta es otra cosa.

Ha comenzado a despertar la sociedad, las marchas en contra de la violencia, el femicídio, la inseguridad, comienzan a multiplicarse. Lo estamos viendo a diario, las marchas en Rosario, en Santa Fe, en Mendoza, en el conurbano bonaerense son solo la punta de un iceberg que muestra que la sociedad se cansó.
Por eso son los jueces quienes deben aplicar la Justicia más que el derecho y aclaro para que quede claro toda Ley tiene como destinatario a la sociedad en general. Los jueces cuentan con los elementos que están en cada una de las leyes que aplican favoreciendo o denegando. Es quien comete el delito quien se debe ajustar a estar dentro de la sociedad, porque si no es entendible que haya excarcelaciones, salidas transitorias que se conviertan en un salvoconducto para cometer delitos. Dejando en claro que debe aplicarse a rajatabla el mandato constitucional de que las cárceles deben ser para reinserción en la sociedad de todos aquellos que han cometido delitos.

Los Jueces deben evitar que con sus dictámenes y sentencias sus manos se manchen de sangre; ya que si se creen que están por encima de la sociedad se equivocan. Son parte de la sociedad y con sus fallos no afectan solo la libertad o no de un de los individuos sino también afectan a la sociedad a la que ese individuo afectó con la comisión de un delito.

La sociedad argentina ha comenzado a despertarse y sabe que la corrupción también puede alcanzar al Poder Judicial, y eso la gente no lo sabe porque lo puede probar sino que lo comprueba todo el tiempo y si no lo intuye, ya lo dice el adagio voz del pueblo voz de Dios.

Por eso para terminar emulando al gran fiscal Strassera en el Juicio a las Juntas, me dirijo en una oración laica en nombre de los muertos, de las mujeres y niñas violadas, de los que sufren la trata, de los que les han robado sus pertenencias, sus ahorros y su paz familiar. Me dirijo a todos los que imparten fallos y sentencias, pidiendo que comiencen a darse cuenta que hay una sociedad que les dice que quiere vivir tranquila, vivir en paz y sintiendo que estar dentro de la Ley tiene más beneficio que estar fuera de la ley. Por eso la sociedad comienza a decirles Señores Jueces NUNCA MÁS

 

 

 




Autor: Eduardo Piedrabuena
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