11-12-2016
 

ETERNO ZORZAL



 



Escuchar a Gardel es acariciar un lamento, una alegría, un amor con la particularidad de trasladarse al momento sin importar el tiempo pasado.
Hoy se conmemoran los 126 años del natalicio en Tolouse ( Francia ) del "mudo". Las dudas sobre su nacimiento, se despejan con la sóla consigna de que Gardel existió, que vivió en este mundo, que cantó como ningún otro pudo, puede.. podrá. Solo imaginar lo que hubiese sido del "morocho", sin aquel accidente del 35, pero tuvo un final abrupto, inolvidable y poético como su interpretación particular e inimitable como en los tangos "soledad", "silencio" y muchísimos más.

Cuando Gardel canta un tango, su estilo expresa el del pueblo que lo amó. La pena o la cólera ante el abandono de la mujer son pena y cólera concretas, apuntando a Juana o a Pepa, y no ese pretexto agresivo total que es fácil descubrir en la voz del cantante histérico de este tiempo, tan bien afinado con la histeria de sus oyentes. La diferencia de tono moral que va de cantar «Lejano Buenos Aires, que lindo que has de estar!» como lo cantaba Gardel, al ululante «¡Adiós, pampa mía!» de Castillo, de la tónica de ese viraje a que aludo. No sólo las artes mayores reflejan el proceso de una sociedad.

Escucho una vez más “Mano a mano”, que prefiero a cualquier otro tango y a todas las grabaciones de Gardel. La letra, implacable en su balance de la vida de una mujer que es una mujer de la vida, contiene en pocas estrofas "la suma de los actos" y el vaticinio infalible de la decadencia final. Inclinado sobre ese destino, que por un momento convivió, el cantor no expresa cólera ni despecho. Rechiflao en su tristeza, la evoca y ve que ha sido en su pobre vida paria sólo una buena mujer. Hasta el final, a pesar de las apariencias, defenderá la honradez esencial de su antigua amiga. Y le deseará lo mejor insistiendo en la calificación.

Que el bacán que te acamala
tenga pesos duraderos,
que te abrás en las paradas
con cafishos milongueros,
y que digan los muchachos:
"Es una buena mujer".

Sin duda, Carlos Gardel fue, es y será para sus admiradores, el ídolo inigualable del tango, pero también, el que lo inventó cantado, el que indicó como hacerlo, el que lanzó el formato canción a nivel mundial y, finalmente, el que promovió una industria que ofreció y continúa ofreciendo, trabajo profesional a intérpretes y autores de todos los géneros.
Podemos concluir con una afirmación que se compadece con lo esencial y definitivo: ¡Gardel es Gardel! No hay vuelta que darle.

Estimado lector: si llegó hasta el final de ésta nota se dará cuenta que no hay información ni crónicas que recuerden a Gardel, porque creo que a cada habitante del planeta musical que se le pregunte por Gardel, se le vendrá a la mente una melodía y una gran sonrisa.

 

 

 




Autor: Andres Ira
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