Este ciclo se repite año tras año. Sucede en diciembre. Es como una meta que invita a reflexionar a las personas; niños, adultos y ancianos. Este espacio de tiempo de 365 días que relata el calendario, a su final es el inevitable momento para hacer el balance. Allí habrá una enorme lista de palabras, que de alguna manera expresen los éxitos alcanzados y aquellos fracasos conquistados; las alegrías y los dolores; lo nuevo y lo viejo; nacimientos y pérdidas; amistades y peleas; objetivos concretados y los aún pendientes. Nunca todo es perfecto. El calor del último mes del año que anuncia el verano, con los azares y perfumes de la vegetación, las reuniones familiares, las comidas con amigos, despedidas, y por sobre todo el clima de las fiestas, nos hace cambiar el ritmo de las actividades ante la llegada de las merecidas vacaciones para quienes han estudiado, trabajado o cumplido sus responsabilidades con gran esfuerzo, desarrollando su dignidad personal. Al mismo tiempo durante todo el mes de diciembre la solidaridad despierta en la mayoría de personas. Se intenta ayudar a los menos favorecidos de diversas formas. En el plano internacional en este año las noticias sorprenden; un magnate nacionalista, que interpretó el espíritu de su pueblo llegó a la Casa Blanca y las expectativas de su gestión son una incógnita. Otra es el destino de la revolución Cubana, ya que su líder ha muerto, y con él ¿lo hará también la revolución? El fundamentalismo sigue con la guerra y la violencia en diversos lugares del mundo; mientras que las voces de la Paz y de la religión lo repudian con palabras y oraciones. En nuestro país hubo un cambio, que todavía no logra alcanzar las expectativas del pueblo que lo decidió con el voto. En fin siempre habrá en la vida ese medio vaso; depende de cada uno ver la parte vacía o la llena. Cada persona tiene su realidad, construida y provocada por sus propias acciones y avatares de la vida. Pero para todos será una vez más diciembre, el mes del fin de un ciclo y el comienzo de otro. Lo que no debemos olvidar es que la solidaridad y la unión que nos trae la Navidad no deben solo durar este mes sino todo el año. Debemos recordar que todos somos hermanos y debemos respetar a nuestro semejante. Es una oportunidad para perdonar, para enmendar nuestros errores o bien para acercarnos de quién nos hemos distanciado; compartir y celebrar la vida y la amistad. Que esta Navidad que recuerda el nacimiento del Hijo de Dios para la cristiandad, sea un momento saludable de reflexión y crecimiento; que sea esa pausa que permita recobrar energía y fortaleza para luego continuar con la lucha diaria que es la vida. Que en cada hogar haya paz para recibir al Niño Dios en la Nochebuena y que sea próspero el año que se avecina.
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