Como un boxeador que viene de recibir en las últimas peleas una catarata de golpes que lo hicieron apoyar rodilla en tierra en más de una oportunidad. En la próxima pelea ante el mismo rival, lo primero que se trabaja es la defensa. Eso entendió Racing, eso entendió Juan Antonio Pizzi y armó un esquema más conservador en base a la defensa y a terminar con la valla invicta. Ese trabajo se cumplió a rajatabla y el saldo término en positivo.
El primer tiempo fue ideal para aquellos que sufren de insomnio. La pelota iba de tres cuartos de cancha de River a tres cuartos de cancha de Racing. Los de Juan Antonio firmes en defensa, con un Juan Cáceres que cerró su sector con doble llave, Matías Suárez no encontraba el rumbo y la manera de romper el sector del juvenil. Otro de los jugadores que se destacó fue Joaquín Novillo. Un titán en el centro de la defensa académica.
El segundo tiempo no cambio mucho, Racing siguió con la misma tónica cerrando el arco de Gabriel Arias, una de las figuras del partido. A los 12’ de la segunda etapa Racing se quedaría con diez jugadores, por la expulsión del juvenil Cáceres. Los diez hombres al conjunto de Avellaneda no le cambiaron la planificación del partido ni la idea de juego. El ingreso de Pillud, Julián López y Lucas Orban le dieron esa frescura que hace falta para aguantar al conjunto Millonario.
El empate en el clásico más antiguo del fútbol argentino dejo dos lecturas una la del conjunto de Marcelo Gallardo, que se fue con un gesto serio y un poco disgustado con el partido y sobre todo con el resultado. La otra lectura es de la de Juan Antonio Pizzi que se fue conforme con el funcionamiento y con el resultado el cual lo posiciona por el momento en zona de clasificación a la próxima instancia de la Copa de la Liga Profesional.
Hay oportunidades que los equipos se visten de etiqueta y oportunidades que se tienen que poner el overol y salir a pelear. Hoy a Racing le tocó la segunda, pero aún así se fue con una sonrisa y logró el objetivo.
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