El fútbol es cuestión de momentos, una cuestión anímica. Eso fue Racing frente a Aldosivi. Un rival que lo dominó durante gran parte del primer tiempo. El tiburón era dueño y señor del cotejo. No tenía chances claras de gol, pero se aproximaba a puro córner y llegadas por los costados. A los 18 min, el Tiburón había visitado seis veces a Gabriel Arias. Mientras que La Academia penaba por cruzar la mitad de cancha.
A los 35’ llegó la primera emoción para los visitantes, Maciel después de una buena jugada colectiva remata al arco y vence a Gabriel Arias, en lo que era una victoria más que merecida. El resultado parcial era correcto. El dueño del juego era el visitante y la lógica hizo que el pitazo final juntara dos factores que no suelen juntarse: merecimiento y resultado.
Al comenzar el segundo tiempo Juan Antonio Pizzi metió mano en el equipo lo saco a Fertoli, de muy bajo funcionamiento y lo puso a quien llegó como una promesa, pero dejo varios elogios, Enzo Copetti se metió en cancha y en el vocabulario y charla de muchos simpatizantes de Racing. No solo mostró buenas armas, también fue el autor del empate.
A los 17’ llego un grave error de Eugenio Mena, que faltó de físico y fútbol pierde una pelota en un sector peligroso de la cancha. Y con una arremetida dejo en el camino a Gabriel Arias y marco el 2 a 1 parcial. Un resultado que otra vez seguía la lógica. Pero ahora la distancia futbolística era menor.
Cuando parecía que los 3 puntos viajaban a Mar del Plata, apareció la magia de otro de los refuerzos y figura del partido, Tomás Chancalay, que con un guante de pierna derecha puso el empate definitivo y repartió puntos en Avellaneda. Habra que barajar y dar de nuevo, cambiar muchas cosas como para decir que el equipo de Juan Antonio es candidato. Pero trabajar después de un resultado positivo es más fácil, siempre es mejor saltar desde el uno, que escalar desde el subsuelo. |
