En el mundo Quilmes se acaba una ilusión, pero nace una satisfacción. Las esperanzas de verlo otra vez con la camiseta blanca y su característico número 10 en su espalda se desvanecieron, pero quedó ese buen sabor de boca de más de una generación que lo vio jugar.
Miguel Caneo, más reconocido popularmente como “El Chino”, fue un jugador de toda la cancha. Se inició como profesional en Boca Juniors, allá por el año 2003 al mando de Carlos Bianchi, quien en un partido frente a Independiente, cuando un plateista expresó su disgusto, fue y lo defendió. “19 años tiene el pibe, si no te gusta, no mirés”, expresó el virrey.
Sin embargo, fue en el cervecero donde desplegó al máximo su nivel y se convirtió en ídolo tras ganarse el amor de los hinchas. Llegó en 2004, y en su primer ciclo la rompió y ayudó al equipo a clasificar a la Copa Libertadores 2005, siendo así su primera participación en el máximo certamen internacional para el equipo quilmeño.
Además, tuvo un gran desempeño en una amplia variedad de clubes, entre ellos estuvieron Godoy Cruz, Boyacá Chicó, Arsenal de Sarandí, Deportivo Cali, Atlanta, y la última camiseta que defendió, allá en Corrientes, la de Boca Unidos, pero su amor por la institución decana del fútbol argentino, lo hizo volver durante tres ciclos.
Fue distinguido como uno de los jugadores nacionales más destacados por Juan Román Riquelme y Diego Armando Maradona lo apodó nada más y nada menos que como el “Rayo”, cuando lo conoció en persona. Caneo deja la actividad pero el fútbol seguirá vigente ya que es su gran pasión, se va el mito y nace la leyenda.
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