"Cuando el clarín de la patria llama hasta el llanto de la madre calla" escribió el poeta, sabiendo que el honor va primero.
Las ráfagas cesaron, el ruido de baterías se calma para acercarse a descubrir los rostros que había torturado, la carne reposaba inerte, el humo era dueño del paisaje, y el frío, ya nadie notaba el frío. Detrás de la espesa bruma y con los píes helados de turba, el repliegue comenzó.
La orden era acatada, el monte, dejaba al vencido a rigor de sus últimos minutos. Un momento de paz en tanta guerra, dando la espalda a su mismo instinto, sube a la cima del monte y con un rugido valeroso alerta de su presencia al enemigo. Un enemigo que sin entender semejante acto de locura, no atina a disparan su arma. Su grito y su mano, tomándose los testículos, dan cuenta que para él no terminó la batalla.
Bautizado por el mismísimo enemigo como el soldado Pedro, un nombre común de un latino, como pudiera se john de un gringo, su leyenda va mas allá de la lógica pero tiene un gran fundamento en el fútbol.
Juan Horisberger nació en tigre, su barrio y amigos lo hicieron hincha del matador de victoria, en las rondas de mate contaba anécdotas y presagiaba el futuro del equipo, les contaba de un tal Chaparro, soñando su vuelta y las esperanzas puestas en el equipo para el año que se venía, esas anécdotas de victorias y de derrotas, de tribunas de madera y sueños de primera. Esa vuelta a primera del año 79 inolvidable, aquel equipo con Pistone, Sanchez, Bravo, Pellegata, Giustozzi, Carrizo, Rosa, Aimetta, Bello Meza, Pasini, Ianuzzi, salía de memoria y el partido final contra Almirante Brown en el Coliseo de Victoria con el gol de Carrizo coronó la campaña y el ascenso a primera del matador.
Pero al año siguiente el equipo volvió a la Primera B , pero la victoria ante Boca en primera fue antológica.
La vida lo llevó a Malvinas, Juan Domingo y sus compañeros del regimiento 6 darían testimonio del profundo amor a la patria, su coraje, valor y hasta el enemigo lo condecoraron
con la gloria, aquella gloria que sólo los héroes llevan a cuesta.
Junto con su compañero el soldado Oscar Ismael Poltronieri y con sus ametralladoras frenaban el avance de toda una compañía británica.
Era imposible levantar la cabeza, las balas venían de todos lados, cuenta el enemigo.
Pero la suerte le jugó en contra y su ametralladora se trabó para darle tiempo al enemigo y culminar su vida con la entrega máxima a la patria. El subteniente a cargo de la sección Vilgré La Madrid le toca la espalda y cae en sus brazos.
Su madre no soportó el dolor y sólo dos días después falleció.
La pasión por Tigre, su amor a la patria y a sus camaradas, su enorme corazón y valor jamás serán olvidados. Que se sepa. |
