Los análisis revisten mayor importancia cuando se hacen con todos los números y al final de los ciclos o años como éste caso.
La selección nacional jugó otra copa con rivales como Panamá, Estados Unidos, Bolivia, Venezuela o Chile, perdiendo por penales otra vez con éste último.
Rivales que penan por rasguñar algún empate en el continente y tratar de no volver con la canasta llena de visita.
Chile se convirtió en el gran verdugo, dos finales sin goles ante el rival trasandino que con un equipo pobre y limitado anuló a los nuestros.
En las eliminatorias la historia no es distinta, un rejuntado sin identidad ni juego, resbaló en cada salida sin ser más que nadie de local tampoco.
Un arquero flojo en los centros, varios centrales que no marcan pero miran, los laterales que por su banda hacen agua y jamás pasan al ataque. El mediocampista central juega a una velocidad límite de 80 cuando en esa zona se circula a 200. Los extremos brillan por errar y perder y que hablar de los delanteros..... Un montón de ocasiones erradas por partido.
Bueno, sin hacer nombres para conservar el anonimato futbolístico, se ganó el último partido ante Colombia, una selección dirigida por Pekerman que no pateó al arco ni inquietó en todo el partido. Messi jugó su partido, clavó un tiro libre en el ángulo le colocó el segundo gol en la cabeza al 9 del pueblo y hasta robó una pelota con picardía para levantarle el ánimo a sus amigos Di Magia e Higuaín , pero éste último erró hasta eso.
Un año espantoso de un equipo que hasta marzo hará, justificadamente, un silencio pactado entre ellos, el silencio futbolístico ya lo venían haciendo mucho antes. |
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