Los medios de comunicación argentinos, en el día de ayer, se hicieron eco del video publicado por la International Tennis Federation en el que, dentro del marco de su nueva campaña digital #MyCourt en el que se da a conocer el impacto que el tenis ha tenido en innumerables vidas en todo el mundo, hace referencia a la vida de Gustavo Fernández, tenista argentino.
Gustavo Fernández, nacido hace 25 años en Río Tercero. Sufrió, a la edad de un año y medio, un infarto medular que le provocó una parálisis en miembros inferiores. Sus ganas, su fuerza interior, quizás incentivado por la figura de su padre y hermano, ambos destacados basquetbolistas, lo llevaron a comenzar su camino en el deporte adaptado a los 6 años. A los 12 años comenzó su carrera al inscribirse en la Asociación Argentina de Tenis.
Ganador de 3 Grand Slam individuales, 2 Australian Open, un Roland Garrós, un título de dobles en Wimbledon, 2 medallas de oro en los Juegos Panamericanos, llegó a la cima del tenis mundial en silla de ruedas, convirtiéndose en Nº1 del ranking en 2017 y actualmente ocupando el segundo lugar.
Asegura que su mayor logro es vivir de su pasión, y hacer cada día lo que más le gusta.
El final del video reza: “Crea tu propio escenario. Esta es mi cancha.”
Por “casualidad” y gracias a éste video el deporte adaptado fue noticia en grandes medios, trascendió, fue visible. ¿Por qué?... Dicen que es un video “inspirador”.
También, el pasado domingo 26 de Mayo, la Cañuelense Florencia Moreno se consagró campeona del singles femenino en el Abierto de Vendee, en Francia. Y hace pocos días Agustí n Ledesma llegó, junto a Gustavo Fernández y Ezequiel Casco, a semifinales en la Copa de Mundo en Israel.
Esperemos que éstos deportistas, que TAN bien nos representan en el mundo, comiencen a ser noticia e “inspirarnos”, ya no por las dificultades que deben sortear sino por sus logros.
Me quedo y termino con una cita de Gustavo Fernández:
“La gente a veces cree que, como discapacitado, uno hace deporte sólo para salir adelante. Pero el tenis no es mi terapia. Como persona, me desarrollé completamente en la vida más allá de la discapacidad. A los 13 o 14 años, tuve que elegir entre estudiar y jugar al tenis, el dilema que se le presenta a cualquier jugador profesional de cualquier deporte. Por ser discapacitado a veces no se valoran las carreras como si fuesen de verdad, y ahí es cuando me molesta. Sería bueno que se empezara a apreciar cómo nos podemos desplegar en todo nuestro esplendor."
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