Frase descomunal del gran filósofo Nietzsche, una mente brillante pero que a veces tenía la costumbre de hablar con los caballos, bueno, después de todo más de un DT de fútbol me puede decir que a él le toca hablar con burros todos los días. Pero volvamos al apotegma filosófico.
Señala Nietzsche que el “hecho duro” preciso, siempre de desarrolla dentro de determinado contexto y que un hecho idéntico pero en un contexto diferente produce reacciones disímiles y hasta una variación en la significación del propio hecho.
El sábado último Central Córdoba empató y el miércoles Central Córdoba empató. Dos hechos idénticos pero que producen en nuestro espíritu charrúa sensaciones muy distintas. Desesperanza el primero y todo lo contrario, esperanza, el segundo. ¿Qué cambió? El contexto.
Veamos las diferencias. No es lo mismo empatar de local que de visitante, ni jugar contra un equipo que lucha por mantenerse en la categoría que otro que pretende campeonar. No es lo mismo el plantel de San Martín que el de Midland, con todo el respeto del mundo para la luchadora gente de Burzaco. Pero por sobre todas las cosas, la actitud del equipo rosarino fue muy otra en el último partido con referencia al anterior.
Ya en el primer tiempo, a los 15 minutos de juego, Central Córdoba se acercó al área rival y pateó al arco más veces de lo que lo hizo en todo el encuentro en el Gabino Sosa. El técnico planteó el partido adelante, presionando y encarando, pero no a los pelotazos sin sentido. Por su parte el funebrero intentaba salir prolijo y llegar al arco rosarino en base a la buena circulación del balón. El partido así se hizo bastante entretenido aunque casi todos los intentos en ambos bandos terminaban al borde de las áreas, hasta que apareció toda la habilidad de Abregú y con un verdadero golazo estableció el uno a cero para los locales.
El charrúa no se amedrentó y buscó el empate, que pudo haber llegado de no mediar un serio error del árbitro, aunque hay que reconocer que fue el único que cometió, cobrando un orsai inexistente a Tedesco.
Se fue el primer tiempo y de entrada al segundo Teglia realiza un cambio super ofensivo, saca al gladiador Funes y pone a Cereseto. Pero la Diosa Fortuna parece querer ser siempre esquiva con la gente de Tablada y apenas a los 4 minutos, cuando todavía ni se había acomodado el juego, llega una jugada aislada de Midland que termina con un penal a su favor y el 2-0 que parecía lapidario, pero…., gracias a Dios, siempre hay un pero.
Quienes siguen los comentarios del Agrio deben de tener presente que desde los remotos tiempos de la primer etapa de Cuffaro Ruso hasta hoy insiste en la necesidad de jugar con un nueve de área y la actuación de Lucio, creo, que algo de razón le da. En 20 minutos de juego, hizo dos goles, empató el partido y luego un golazo del gran capitán, Lalo Pérez, da vuelta en forma impensada el marcador.
Los últimos 25 minutos fueron emocionante, impactantes, con un Midland que era un tornado sobre el área charrúa y los rosarinos saliendo de contrataque. Nuevamente la Diosa Fortuna nos da vuelta el rostro y nos empatan en tiempo de descuento.
El empate fue justo, lo pudo ganar Córdoba de contragolpe, pero también lo pudo haber perdido de no mediar nuevamente una gran actuación de Matías Giroldi, que se va consolidando más y más en cada partido.
Pero desde aquí pretendemos desarrollar un análisis que vaya siempre más allá del resultado y volvemos entonces al título de la nota, interpretamos que este empate es sumamente esperanzador, que puede ser la bisagra que buscamos con tanto ahínco para una racha ganadora que nos lleve a ingresar al reducido para el tercer ascenso, porque no cualquiera hace tres goles de visitante y por sobre todo por ese cambio de actitud que se vio en técnico y jugadores.
Me despido, como siempre, disculpándome si mi crítica molesta a algún alma sensible.
Pablo Adrián -El Agrio- |
