La principal virtud de Sherlock Holmes siempre fue ver más allá de lo que veían los detectives de la Scotland Yard, la policía de Londres. Tal es así que muchas veces ante la complejidad de un caso, éstos terminaban recurriendo al personaje creado por Arthur Conan Doyle.
Se dice que en el fútbol el delantero debe tener olfato para el gol, saber ubicarse en el área, buscar los espacios entre la defensa rival y resolver en segundos lo que a sus compañeros le llevarían minutos. También, lógicamente, debe ser inteligente, calculador y audaz, pero por sobre todas las cosas debe saber observar el juego y la ubicación del arquero rival. Leopold Kielholz, integrante del seleccionado suizo que participó del mundial de 1934 disputado en Italia, tenía la particularidad de jugar con anteojos y mal no le fue, ya que el helvético disputó dos partidos y marcó tres goles. Un par frente a Holanda y el restante ante los checoslovacos.
En aquellos partidos Kielholz supo tener buena vista y logró el propósito de todo atacante. Marcar goles, aunque en el encuentro por los cuartos de final en la ciudad de Turín frente a Checoslovaquia, Suiza perdió 3 a 2 y se despidió del campeonato que ganaría el país local que se encontraba bajo el mando de Benito Mussolini.
Hoy la FIFA no permitirían que un jugador juegue con anteojos porque podría lastimar al adversario o incluso lesionarse a si mismo. Quizás por eso ante la imposibilidad de ver más allá que el resto de sus compañeros y no poder consultarle a los grandes entendidos en la materia, muchos delanteros se enceguecen dentro del área y no pueden hacerle un gol ni al arco iris.
