En tiempos en los que el futbol, ese deporte que tanto ama y disfruta el mundo, vive tiempos turbulentos, de resoluciones rápidas, de resultados, es indispensable el valor que toma los trabajos a largo plazo, las ideas de juego.
Claro, todo esto también depende de una dirigencia seria que apoye, a pesar de que uno quiere tener enseguida las soluciones. Eso fue lo que ocurrió en Victoriano Arenas, actual líder de la Primera C, categoría a la que volvió luego de 25 años.
Más allá de haberse encontrado con una categoría totalmente distinta a la que fue a principios de los noventa, el CAVA no se achicó, sino que mantuvo si idea, de tenencia de pelota al piso, el juego corto y la presión alta frente a los grandes de la categoría, como lo son Laferrere, San Martín de Burzaco y Midland.
Pero esta idea, lleva sus años de proceso y de maduración. A mediados de 2015, tras la salida de Omar Gauna y con Arenas en peligro de desafiliación, Luis Ventura y Sergio Geldstein asumen la dirección técnica del primer equipo e iniciaron el camino para lograr el tan ansiado ascenso, ese que toda la gente de Alsina, Avellaneda, Castellino, El Fortin, esperó desde la temporada 1990/91.
No todo fue color de rosa, o mejor dicho, celeste y blanco para la dupla técnica. Había que escaparle al fantasma de la desafiliación y, si bien en el juego el equipo había pegado un salto, siempre faltaba esta estocada final y los resultados se hacían desear.
Luego de 25 partidos sin conocer la victoria, el CAVA tocó fondo. Dicen que en la vida hay que tocar fondo para salir a flote. Pero, con la victoria ante Juventud Unida, luego de un año sin victoria ya que la última había sido en mayo a Argentino de Rosario, Victoriano empezó a salir de los pozos más oscuros de su historia.
Primero, con un cuarto lugar en el Transición, culminando el mismo a seis puntos de El Porvenir. Luego, llegó el quinto puesto en la campaña 2016/17, llegando a semi de Reducido, gracias a aquel gol agónico de Leo Parraguez y a las manos del Pitu Romero ante Lamadrid. Ante Atlas, la suerte no lo acompañó y cayó por 2 a 0, pero lo positivo es que la gente de Arenas había vuelto a confiar, a creer, a soñar con un campeonato, el cual estaba a la vuelta de la esquina.
El campeonato había arrancado un tanto irregular y hasta estuvo cuatro fechas sin ganar, con dos empates y dos derrotas, las cuales encendían todas las alarmas. Luego, el equipo resurgió como el ave fénix y acumuló siete victorias seguidas y nunca más soltó la punta, ni siquiera cuando cayó ante los rosarinos y Atlas.
El 15 de abril de 2018 quedará marcado para siempre en la memoria y retina de los hinchas ya que, tras ganarle a Lamadrid con goles del goleador Matías Coselli y Pablo Villarreal, Victoriano dio la vuelta en Villa Devoto y repitió aquella hazaña del equipo del “Nene” Ávila y “Tate” Deibe. Si bien hubo grandes equipos en el medio y hasta dos campeonatos más (Clausura 1995 y Clausura 1999), nunca más pudo regresar a la cuarta categoría.
A fines de julio, llegó el tan ansiado duelo ante Huracán, uno de los animadores del campeonato, por Copa Argentina, un partido un tanto extraño ya que se jugó dos días debido a la terrible lluvia que había azotado al Conurbano bonaerense. A pesar de la derrota por 1 a 0, Victoriano se llevó todos los reconocimientos por su juego y coraje y el respeto de todo el fútbol argentino ya que le había jugado de igual a igual y, hasta por momentos, mejor ante un grande.
Quizás hoy esté viviendo uno de los momentos más felices de su historia. Más allá de conservar esa estirpe de “todo a pulmón” y de seguir siendo un club de barrio, se encuentra bien plantado a nivel institución, con varias actividades para el socio, como lo son judo, patín, futbol infantil, boxeo, entre otras.
Hoy su gente, sus dirigentes, sus socios, vivimos un sueño del que no queremos que nos pellizquen porque no queremos despertar porque el cielo es más celeste y blanco que nunca.
|
