El pádel, furor en la Argentina de fines de los 80 y principios de los 90, surgió en 1969, en el Puerto de Acapulco, México, donde Enrique Corcuera construyó dentro de su casa de Las Brisas, dos paredes opuestas en forma de “U”, con una red de por medio y paredes bajas en los costados. Esa cancha, de aproximadamente diez metros de ancho por 12 de largo se fue modificando hasta la forma que conocemos hoy.
El deporte, llamado originalmente Pádel Corcuera o Pádel tenis, comenzó a expandirse en el año 1971, cuando llegó a España de la mano del Príncipe Alfonso de Hohenlohe, quien había compartido veraneos en Acapulco junto a Corcuera, y construye una cancha en el Hotel Marbella Club de su propiedad. Años después, con la creación de diferentes canchas comienza un movimiento social importante.
En aquellos tiempos, Marbella recibía turismo de todo el mundo, y un grupo de argentinos se convirtieron en visitantes regulares que comenzaron a practicar el pádel. Ellos, Julio Menditegui, Nelly Arrieta de Blaquier, Dino Montuchi, Ignacio Viale del Carril y Roberto Rivera, construyeron luego las primeras canchas argentinas en el Club Tortugas de Mar del Plata.
El deporte fue conocido por unos pocos que lo practicaban es casas particulares durante diez años y, hasta 1982, no había más de 12 canchas en todo el país. Para ese año, sin planificación alguna, ni campaña de marketing o presupuesto gubernamental o privado apoyando, comenzó el desarrollo del pádel, de la mano de un grupo de amigos, varios ex deportistas, provenientes del tenis y el rugby, principalmente, que comenzaron a practicarlo y difundirlo.
En el verano del año 1983, el pádel se convirtió en la atracción de Punta del Este gracias a sus notorios practicantes como Ricardo Cano y Roberto Cacho Aubone, ambos ex tenistas que participaron en ediciones de la Copa Davis, y el joven tenista Roby Gattiker, que se convertiría en el máximo ganador de títulos de la historia del pádel mundial. Esto provocó un boom que atrajo a la prensa deportiva y social y a importantes empresarios, que promovieron y apoyaron el deporte.
Luego, hacia fines de la década, el pádel invadió las principales ciudades del país como Capital Federal, Mar del Plata, La Plata, Mendoza, Bahía Blanca, Córdoba y Rosario, entre otras, y comenzaron a disputarse torneos de verano a lo largo de toda la costa atlántica, principalmente en Mar del Plata que se convirtió en la capital del deporte en el país.
En 1987, un grupo de amigos practicantes fundó la Asociación de Pádel Argentino. Entre ellos se encontraban el actual presidente de la institución y vicepresidente de la federación internacional, Oscar Nicastro; Mauricio Macri; el presidente del Banco Macro, Jorge Horacio Brito; el ex presidente de la editorial Atlántida Constancio Vigil, y varios más.
Allí comenzaron a jugarse los torneos de primera categoría, y se concretaron los primeros encuentros internacionales ante España y México, gracias a las amistades con las entidades de esos países.
En 1992, Se realizó en Sevilla, el primero de doce Campeonatos Mundiales (disputados cada dos años), los cuales colocaron a Argentina como el máximo ganador de títulos tanto en la rama masculina como en la femenina, con nueve consagraciones de los hombres y ocho de las mujeres. España se quedó con el resto de las ediciones (tres masculinas y cuatro femeninas) forjando una rivalidad deportiva que los cruzó en 21 finales mundialistas. En la última edición, en Mallorca, cada uno se alzó con un título.
A mediados de los 90, Argentina entró en un proceso económico en el que las grandes empresas despidieron a muchos empleados, quienes utilizaron sus indemnizaciones para invertir en el deporte del momento. Se construyeron grandes cantidades de canchas en lugares inhóspitos, que rápidamente se levantaron cuando el entusiasmo por el deporte de la paleta comenzó a caer. Y con este, también decayó el interés de los patrocinadores, que se fueron alejando.
A la situación de Argentina, se le sumó la organización, en España, de un calendario de competencias nacionales e internaciones que atrajo a las empresas de patrocinio e invitó a los jugadores argentinos a mudarse a esas ligas, incentivados por la amplitud del circuito, la cantidad de dinero en juego y la posibilidad de dar clases en los mejores clubes.
Actualmente, los mejores jugadores del mundo se instalan en el país de la península ibérica para disputar las mejores ligas, y aunque muchos argentinos no lo sepan, varios de estos atletas son sus compatriotas.
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